Para mí, este año la vuelta al cole es algo más que volver a cargar con los libros y las carpetas.
Reabro el blog después de mucho tiempo de silencio. Lo echaba mucho de menos. Nunca he dejado de escribir, pero escribir para uno mismo no es lo mismo. Reflexionar en voz alta y frente a alguien que te escucha hace que la reflexión sea diferente. Es como escucharte hablar en voz alta, como si escucharas tus pensamientos de manera mucho más clara.
A pesar de que el diagnóstico no es muy claro ni definitivo, parece que tengo Síndrome de fatiga crónica. Mi día a día no es fácil, pero no me considero una persona infeliz a pesar de que sí reconozco ser tremendamente pesimista. No existe ningún tipo de terapia ni tratamiento, y cuando le comenté a mi médico que tenía un blog, me dijo que podía ser muy interesante para otros pacientes que contara mi propia experiencia y la compartiera con ellos. Lo que hago, cómo vivo, las cosas que me ayudan, las que me hacen daño, cómo son mis días buenos y mis días malos. Me gustaría que este lugar sirviera de ayuda o al menos de consuelo a quienes padecen lo mismo que yo y alguna vez se han sentido solos ante la sanidad pública, la administración, los compañeros de trabajo o incluso la familia. Nos llaman vagos, cuentistas... yo incluso tuve que oír el típico comentario de "tú lo que necesitas es un marido y unos hijos, y ya verás cómo se te pasan todos los males".
Este blog no va a ser un paño de lágrimas. Me gustaría que el blog fuera útil para otros pacientes, y que a través de lo que yo cuento otros puedan sentirse identificados y se atrevan a contar su propia experiencia con esta enfermedad que algunos médicos llaman "la enfermedad invisible".
Por supuesto, hablaré de otras muchas cosas. Necesitar mucho descanso no me convierte en una momia aunque a veces pueda parecerlo. Me gusta la lectura, el cine, la música, las muñecas, los cómics, salir con amigos... y EL SEXO. Ese gran tabú del que nadie habla cuando se trata de síndrome de fatiga crónica. Francamente, queridos. Mi vida sexual es lo que más me preocupa en mi actual situación. Puedo asumir no poder salir a correr (algo que me encantaba), no poder trabajar con mis alumnos al cien por cien y darles todo lo que podría darles si me encontrara mejor, puedo asumir muchas cosas... pero renunciar al sexo no. Me rebelo contra ello y me molesta que en todas las páginas que he leído en internet sobre mi enfermedad nunca, repito, NUNCA se hable de la vida sexual de un paciente con una enfermedad crónica de este tipo. Parece como si fuera un tema que no le preocupara a nadie, o dieran por sentado que no podemos tener sexo, o piensen que no es algo importante. Pues es importante. Lo siento. Y si nadie en internet habla de ello, yo pienso hacerlo. Las personas enfermas, sea cual sea su enfermedad, también necesitan sexo. Yo lo necesito y además me encanta. La última vez que intenté hablar con un médico de cómo podía afectar la enfermedad a mi vida sexual se sonrió y me preguntó si eso era lo que más me preocupaba. Por lo visto debería preocuparme más no tener energía suficiente para poder trabajar al cien por cien. Claro. En la sociedad en la que vivimos es más importante ser productivo que ser feliz.
Pues lo dicho. Hablaré de todo y sin cortarme un pelo, como de costumbre. A estas alturas no vamos a empezar con remilgos.
Y por cierto. Bienvenidos.