miércoles, 22 de diciembre de 2010

Condicionamientos económicos

El dinero no da la felicidad. Cuántas veces hemos escuchado o leído esto. Muchísimas. Sin embargo, cada vez estoy más convencida de que aunque no nos haga felices, sí nos ayuda a conseguir muchas cosas que pueden ayudarnos a serlo.

No me refiero a comprar cosas materiales. Todos podemos prescindir del último modelo de coche, del portátil más moderno o de los zapatos que hemos visto en un escaparate. A veces el dinero sirve para independizarse de una familia autoritaria, para casarse, para divorciarse, para tener tiempo para uno mismo.

Una de mis compañeras de trabajo está intentando separarse. Para ella, como para tantas otras personas, el problema es económico. El dinero hace que no pueda tomar todas las decisiones que le gustaría, y la precaria situación laboral no la anima a dar todos los pasos. Supongo que muchos la considerarán una cobarde por no lanzarse, pero creo que antes de tachar a una persona de cobarde es necesario conocer todos los detalles de la situación.

La realidad del asunto es que necesitamos dinero para conseguir ser felices, cada uno a su manera y según sus circunstancias personales.

En mi caso particular y dada mi salud, lo que me gustaría es comprar más tiempo para mí. Me gustaría poder pedir una reducción de jornada que me permitiera descansar algún día entre semana. Un día para mí solita.

Me parece que tal y como están las cosas, soñar es lo único que no cuesta dinero.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sexo en Nueva York 2


Al final tenía que verla, era inevitable. Como fan de la serie, tarde o temprano he acabado viendo las películas. Ambas me han decepcionado, pero la segunda es todavía peor que la primera. A pesar de eso tiene momentos divertidos y hasta memorables, pero está muy lejos del espíritu de la serie. Las cuatro amigas se han convertido en unas marujonas y sólo Samantha Jones consigue alegrar la función en momentos puntuales y a costa de ser una caricatura de sí misma. Una pena. Paso revista.



Carrie Bradshaw. Lleva dos años casada y está a punto de publicar otro libro. Su vida matrimonial va bien, pero Big y ella tienen muy claro que no tendrán niños porque no es lo suyo y surge el fantasma de la rutina: el miedo a convertirse en uno de esos matrimonios aburridos que se dedica a ver viejas películas y ya no sale por ahí a divertirse o a hacer nada. Creo que se le podría haber sacado mucho partido, y los guionistas no profundizan en absoluto en ello y lo tratan de manera muy superficial y previsible. Ella se encuentra con un antiguo novio y surge la ocasión-tentación. Esto la obliga a reflexionar sobre el presente y el futuro de su matrimonio. Qué hacer cuando surge la rutina en una relación es un tema interesante y totalmente real, pero desgraciadamente los guionistas están demasiado preocupados por mostrarnos los zapatos de Carrie como para centrarse en lo que de verdad hizo famosa a esta chica y su serie: la dificultad de las relaciones de pareja.



Miranda Hobbes. Mi personaje favorito. Su historia en esta película es la más jugosa de todas. Miranda se ha convertido en la típica superwoman, una de tantas mujeres que son madres de familia y además tienen un trabajo de responsabilidad. Miranda es socia de un importante bufete de abogados, pero su trabajo la absorbe hasta el punto de no poder atender debidamente a su hijo. Es su marido quien siempre acude a las funciones escolares, y el niño ha asumido que las cosas son así y que no puede pedirle nada a su madre. Es una mujer fuerte y con carácter, ambiciosa y con un estilo de vida planificado que la obliga a superarse a sí misma constantemente. Como madre, esposa y abogada. Aparte de ser elegante, claro. Todos conocemos a mujeres de este tipo. No han querido renunciar a la maternidad pero al mismo tiempo desean tener una profesión que les permita ser independientes porque no quieren ser como sus madres y abuelas. El detonante será que una vez más Miranda no puede acudir a una función escolar, y pocos minutos después de decirle a su hijo que no podrá asistir la vemos en una reunión de abogados en la que es la única mujer y nadie parece apreciar su trabajo ni su voz. La humillan y le roban un caso que ella misma había preparado y presentado. Ante eso tendrá que plantearse si su vida es realmente como ella deseaba y si de verdad tiene lo que quiere o lo que merece. Creo que muchas mujeres se sienten así todos los días, y la presión para ellas es enorme. Si tienes un trabajo de responsabilidad, uno de esos puestos "de hombres", resulta que te sientes fracasada como madre o amante, pero si te dedicas a la vida familiar te sientes fracasada profesionalmente. Desgraciadamente el problema se resuelve en diez minutos de película. Creo que merecía más atención y reflexión. Los guionistas han perdido otra buena oportunidad.




Charlotte York. Su historia es muy floja. Sigue siendo la niña pija de Park Avenue que se ahoga en un vaso de agua. Ejemplo: tiene dos niñas y cuando una de ellas le estropea su falda vintage de Valentino se echa a llorar porque ya no puede más con las diabluras de las niñas, así que se encierra en la alacena a llorar como una estúpida. En fin. Es Charlotte. Qué más puede decirse. Bueno, sí. Puede decirse que la falda se ensucia por su culpa, porque se la había puesto para trajinar en la cocina. Algo así sólo podría ocurrírsele a una cabecita llena de pájaros como Charlotte. Ni siquiera Carrie es tan pijotera como para cocinar vestida de Valentino y luego llorar encerrada en la alacena. Lo único potable de su historia es la niñera, una irlandesa que da bastante juego.



Samantha Jones. Lo mejor de la función. No tiene historia. Simplemente es Samantha. A los 52 años sigue siendo ella misma. Llama a las cosas por su nombre y sabe que es una mujer influyente que ha trabajado muy duro por llegar a donde está, así que no se anda con tonterías y dice lo que piensa. Sus chistes sobre la menopausia son de lo mejorcito de la película, pero en algún momento se pasan un poco. Samantha siempre ha sido la devoradora de hombres, pero hay momentos en los que parece una caricatura de sí misma. De todas formas, tiene momentos muy divertidos y frases antológicas.

La verdad es que esta película ha hecho que la primera parezca buena, pero yo sigo pensando que hagan lo que hagan, la serie era insuperable.

Resumiendo: los guionistas han perdido la oportunidad de contarnos qué fue de aquellas chicas treintañeras que buscaban amor, pasión o simplemente sexo. Se conforman con darnos algunos datos de sus vidas actuales y luego facturarlas en un avión a Abu Dhabi para rodearlas de lujo, modelitos sorprendentes y situaciones sonrojantes por lo ridículas que resultan. Se ha dado más importancia al estilismo que a las vivencias de estas cuatro mujeres que han sido un modelo para muchas otras. No porque pretendamos vestirnos como ellas o tener sus zapatos (aunque tampoco nos importaría...) sino porque durante seis temporadas nos contaron cómo veían a los hombres y cómo era el sexo con ellos. Sin tabúes, sin miedo y con muchísimo humor. Esta serie fue una bocanada de aire fresco en muchos sentidos, pero con el tiempo ha acabado convirtiéndose en un escaparate de firmas de moda. Una pena, porque era mucho más que eso.
Miedo me da ese proyecto con Miley Cirus (que hace un cameo en la película) sobre la adolescencia de Carrie. Una precuela que a simple vista ya me está dando urticaria., pero que inevitablemente acabaré viendo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Derechos de los trabajadores?

En noviembre sufrí una de mis habituales crisis laborales, y una vez más me planteé si me conviene seguir donde estoy. Problemas con la jefa, camarillas internas, mala organización de centro, problemas de contrato... y lo peor de todo: la sensación de no estar enseñando nada a mis alumnos porque los criterios que se siguen no son los adecuados para niños de una escuela de música. Siento que pierdo mi tiempo y mi energía, que mi trabajo no sirve para nada, y cada vez tengo más claro que el motivo de mi eterno cansancio pueden ser las malas condiciones laborales.

Hoy, tengo un motivo más para decir que mi trabajo me está matando.

El jueves pasado se estropeó la calefacción. El lunes continuaba sin funcionar, y lo normal hubiera sido cerrar el centro y marcharnos. Pues no. Resulta que no podemos dejar a los niños sin clase, así que una servidora estuvo dando clase de cuatro de la tarde a nueve y media de la noche A DIEZ GRADOS. Desde las cinco nos tuvimos que poner los abrigos, guantes, bufandas... el resultado es que luego sales a la calle y te parece que vas desnudo. Todo esto en una época del año en la que están cayendo unas heladas de impresión.

Ayer recibo este bonito mensaje de mi jefa "A trabajar, chavales! Si podéis traer calentadores mejor". Para matarla. A pesar de los calentadores, el frío de ayer fue horroroso, y yo salí a las nueve de la noche totalmente helada y con una tiritona de aúpa.

Lo más deprimente es que el ayuntamiento cerró los demás servicios. La biblioteca, la ludoteca, las aulas de E.P.A., las clases de dibujo... todo quedó suspendido excepto la escuela de música. Me siento como una trabajadora de segunda. Soy una trabajadora de segunda. No puedo decir que el ayuntamiento, ni el alcalde, ni el concejal de cultura me hayan obligado a trabajar tapada como un esquimal y dando saltitos como Chiquito de la Calzada para entrar en calor. La culpa es de mis compañeros y mi jefa, puesto que son ellos quienes opinan que no se puede dejar a los niños sin clase. Creo que confunden la profesionalidad con la imbecilidad. Luego nos quejamos de que no nos respeten, cuando en realidad somos nosotros mismos quienes nos ponemos trabas. Si nosotros no ponemos unos límites y nos hacemos respetar, luego no podemos quejarnos.

A pesar de mis protestas, nadie quiso cerrar la escuela. Claro, algunos de mis compañeros trabajan sólo un par de horitas y luego se van a casa. La mayoría trabaja uno o dos días a la semana, así que no les parece que sea para tanto. Yo trabajo todos los días entre cuatro y cinco horas y soy la más perjudicada junto con otra profesora.

Hoy me he levantado con treinta y ocho de fiebre y el pecho congestionado. El médico me ha dicho que si no se me pasa habrá que hacer placas. Por supuesto, estoy de baja.

Que en el siglo XXI te obliguen a trabajar a diez grados y encima te envíen un mensajito recomendándote que te lleves un calentador me parece increíble, pero así están las cosas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Atados al pasado

Anoche me dijeron que vivo más en el pasado que en el presente, y que eso no es bueno.

Cuando hablo del pasado, lo hago con nostalgia la mayor parte de las veces. Como si cualquier tiempo pasado fuera mejor.

No tengo la sensación de que cualquier tiempo pasado sea mejor, más bien al contrario. Mi vida familiar no es precisamente algo que añore, pero sí es cierto que cuando hablo de mi niñez o de las personas que conocí en otra época lo hago con cariño y con añoranza, a pesar de todo lo que ocurrió. Incluso cuando hablo de mi época de estudiante, tiendo a ser más benévola que realista, porque no fueron tiempos particularmente felices. Entonces ¿por qué lo hago? ¿por qué lo hacemos muchos de nosotros?




Creo que lo que añoro es la ilusión que sentía entonces, la sensación de que todo estaba por hacer, de que todo era posible. Con la edad vamos cerrando puertas porque vamos tomando decisiones. A veces acertamos y a veces nos equivocamos. En eso consiste madurar, y es un camino largo que nunca termina.

Añoro a la chica que fui, tan llena de fantasías y con tantos proyectos en la cabeza. No la añoro porque quiera ser ella, ni mucho menos. Me alegro de ser como soy, pero la recuerdo con cariño, como a una vieja amiga a la que no vemos hace muchos años y a la que sabemos que no volveremos a ver. Cuando veo a las adolescentes de ahora, sonrío pensando que yo fui como ellas. Igual de tontorrona, de rebelde, de provocadora y provocativa. No deseo volver atrás ni ser como era entonces, pero no puedo evitar enternecerme cuando recuerdo aquella época. Por supuesto que también era una estúpida engreída que se creía que iba a comerse el mundo, salía disfrazada de mamarracho pensando que con semejante pinta conseguiría gustarle a algún chico y me parecía que mis padres no me comprendían y eran unos pelmazos, pero incluso eso lo recuerdo con cariño.

Me desvío del título del post.

El tema surgió porque anoche estuve hablando de la adolescencia y la época de estudiante, pero en otras ocasiones me da por hablar de mis abuelos, de mi infancia o de yo qué sé qué. Quizá sea cierto que efectivamente hablo del pasado más que del presente, pero eso no significa que desee volver atrás. Por otra parte, quienes viven permanentemente atados a sus recuerdos no pueden disfrutar del presente, ése es el quid de la cuestión y lo que se me planteaba.

¿Disfruto de mi presente? Creo que sí. Yo diría que sí. ¿El comportarme como una abuelita que siempre está contando batallitas me convierte en alguien que no aprecia lo que tiene porque parece que añora lo que ya no está aquí? Yo diría que no, pero debo admitir que el razonamiento es perfectamente lógico.

Los recuerdos forman parte de nuestra vida, para unas personas más que para otras, pero se escriben en pasado y eso debe relegarlos a un segundo plano. Por higiene mental de quien recuerda, pero sobre todo por respeto a quien escucha.


domingo, 5 de diciembre de 2010

No dejes para mañana...

Una de las primeras cosas importantes en quienes tienen síndrome de fatiga crónica es aprender a distribuir el tiempo y las tareas de una manera inteligente y coherente. En realidad esto sirve para cualquiera y el viejo refrán es aplicable a todos, pero en los pacientes de SFC es vital y una cuestión de supervivencia. Si te organizas mal y se te amontonan las tareas no podrás llevarlas a cabo porque tu resistencia no es como la del resto de la gente, y entonces llegan los agobios y como diría mi madre "el crujir de dientes".


Lo recomendable es hacer una lista y tener una agenda diaria. Esto puede parecer infantil o excesivamente meticuloso, pero es muy importante. Es fácil dejar para mañana tareas como hacer la plancha ("hoy no necesito esta ropa"), la compra ("con lo que tengo en la nevera puedo pasar hasta mañana..."), la limpieza de la casa ("estoy sola y no tiene que venir nadie, ya pasaré el aspirador mañana") y así un sinfín de cosas que no son urgentes pero sí necesarias. Al final se te acumulan y lo que está claro es que el mismo día no puedes planchar, hacer la compra, limpiar la casa... y además ir a trabajar o quedar con los amigos. Quizá otras personas sí puedan, incluso es posible que tú pudieras en otro tiempo, pero eso ha cambiado y no basta con asumirlo y resignarse. Hay que organizarse. No puedes decir "Tengo SFC y ya no puedo hacer todo lo que hacía antes". Sí puedes, pero de otra manera.

Lo primero es clasificar las tareas según el grado de esfuerzo que requieran. No es lo mismo planchar que ir a la compra o cocinar. Personalmente encuentro especialmente agotador limpiar la casa y hacer la compra, así que nunca hago las dos cosas el mismo día. Además, cuando toca limpieza suelo tener la comida hecha del día anterior, así garantizo que no haré ninguna otra tarea doméstica y podré ir a trabajar en condiciones. Lo mismo si toca ir al supermercado.

El resto de las tareas son más ligeras, así que puedo combinarlas entre sí.

Algo muy importante que muchas veces olvidamos es que hay otro tipo de tareas más agradables, como leer, ver una película o charlar con alguien que también cansan. Esto puede resultar raro o incluso absurdo porque son tareas que uno elige por gusto, pero eso no significa que no cansen y también hay que dosificarlas. Para mí es impensable salir a comer o cenar después del trabajo. Puedo hacerlo y de hecho lo hago y me gusta, pero sé que luego hay consecuencias y no puedo hacerlo siempre que quiera.

Ver una película o leer un libro son actividades relajantes que sin embargo requieren un cierto nivel de concentración, y aunque no cansen físicamente como lo pueda hacer pasar la aspiradora, también cansan. Cuidado con estas actividades que en principio nos permiten estar sentados cómodamente pero que también nos desgastan a otro nivel.

Resumiendo: nada de acumular tareas porque estamos demasiado cansados. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos al polvo, a la ropa sin planchar y a los exámenes sin corregir si somos profes. Mejor hacer un poquito cada día aunque dé pereza y pensemos que mañana podremos hacerlo. Mañana habrá otras tareas.
Por otra parte, es muy importante tomarse el tiempo necesario. Yo necesito tumbarme media hora después de limpiar la casa, así que procuro levantarme con tiempo suficiente para que al terminar las tareas pueda echarme en la cama un ratito. Esto hace que necesite mucho más tiempo que el resto de la gente para hacer cualquier cosa, pero el resultado merece la pena. Una tarea, un descansito, otra tarea, otro descansito.

Insisto. Agenda y orden. Y descansar un poco después de cada tarea, aunque nos parezca irrelevante o innecesario. Nuestro cuerpo lo agradecerá y nuestro humor también.

(Y ya puestos, a ver si me aplico el cuento, porque esta semana ha sido un horror y llegué al viernes con la casa hecha un nido de monas y la compra sin hacer...)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Noviembre

Noviembre es mi mes negro desde hace unos tres años. Podría decir que es mi mes crítico. Me siento especialmente cansada y me cuesta mucho mantener el ritmo diario. El año pasado por estas fechas necesité unos días de baja para poder llegar medio viva hasta las vacaciones de navidad.

Hace unos meses me recomendaron en la farmacia unos complementos vitamínicos. Hay que tomarlos por la mañana y por la noche. No tienen efectos secundarios y parece que aportan ese "plus" de energía que me suele faltar la mayor parte del tiempo. Digo "parece" porque no sé si de verdad hacen efecto o el hecho de tomarlos me hace sentirme mejor. El famoso efecto placebo. En cualquier caso, parece que este noviembre no ha sido tan terrible como otros y me mantengo en pie.

De todas formas, debo reconocer que este noviembre sí que he pasado una crisis, pero de otro tipo. Será la crisis de los cuarenta (aunque yo todavía tengo 37), pero la verdad es que me estoy replanteando mi vida y lo que quiero hacer con ella. Laboralmente no me encuentro bien y tengo motivos para pensar que mis condiciones de trabajo puedan ser la causa de mi cansancio, y no el síndrome de fatiga crónica. Es algo que he comentado con mi médico y que no podemos descartar, pero tampoco quiero cambiar de empleo sin estar segura de lo que hago. Y menos en los tiempos que corren.

Necesito unos días de calma para pensar fríamente y analizar lo que tengo, lo que quiero y lo que puedo permitirme. Desde luego, ahora mismo es impensable. Esta semana empiezo los exámenes y estaré todo el puente de diciembre rellenando informes de notas, así que hasta que llegue la navidad no me planteo sentarme a reflexionar seriamente.

Lo que pretendo con esta entrada es simplemente hacerme reflexionar sobre cómo es y ha sido mi vida y hasta qué punto mi forma de vivir y trabajar está afectando a mi salud, y no al revés.

Resumiendo: ¿vivo mal porque estoy cansada o estoy cansada porque vivo mal?

martes, 14 de septiembre de 2010

Mis tardes con Margueritte

Hacía tiempo que no veía una película tan íntima y agradable.

Un hombretón que se dedica un poco a todo y es considerado por sus amigos un bruto y un inculto, hace amistad con una dulce ancianita en el parque. Ella es aficionada a la lectura y juntos inician una relación de amistad en la que compartirán confidencias y libros. Ambos encontrarán algo que les falta en sus vidas.

Gerard Depardieu es uno de mis actores favoritos. Siempre es una garantía verle en el reparto, pero es que además esta película es una pequeña joya y la prueba de que para hacer buen cine no hacen falta un presupuesto millonario y una historia complicada.

La sencillez con la que se presentan los personajes hace que se les tenga cariño desde el principio. Personalmente encontré el final un poco pastelón y absurdo, pero aún y todo la película merece la pena. Por lo que he leído está basada en la novela "Tardes con Margueritte" de Marie-Sabine Roger, y es casi seguro que la leeré. Sobre todo porque apostaría a que el final de la novela es diferente del de la película y la curiosidad me corroe.

El trailer:

http://www.youtube.com/watch?v=tupzxVT1ItQ

lunes, 13 de septiembre de 2010

Guía para el paciente con SFC

El enlace que cuelgo aquí es una guía para el paciente con fibromialgia y/o síndrome de fatiga crónica, ya que son dos enfermedades (junto con la sensibilidad química múltiple) que a veces van unidas.

Se trata de una traducción del original y las cosas como son. La traducción no es estupenda, pero la guía sí lo es. A medida que la leía me sentía acompañada y aunque algunos de los comentarios y consejos resulten obvios, no están de más.

En enlace me lo pasó mi último psicólogo, el mejor de todos los que he tenido. No sólo me escuchaba sino que me dio consejos muy buenos y me facilitó algunos libros y enlaces sobre la enfermedad.

Espero que esta guía pueda serle útil a más gente. Voy a colgar el enlace de forma permanente en la barra lateral.

http://www.cfidsselfhelp.org/library/versi%C3%B3n-en-espa%C3%B1ol-la-gu%C3%ADa-del-paciente-para-el-s%C3%ADndrome-de-fatiga-cr%C3%B3nica-fibromialgia

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Premio amigable





Gracias, Cloti, por este precioso premio. Me gusta que me consideres una amiga aunque aún no nos conozcamos. Me encanta tu casita y todo lo que cuelgas en ella, pero lo que más me gusta es tu sentido del humor y tu forma de ver la vida. Quienes me leéis ya la conocéis y no necesitáis que os recomiende su blog, pero por si hay alguien nuevo por aquí, no dejéis de visitarla.

En la lista de la derecha están algunos de los blogs que sigo, pero finalmente he decidido entregarle el premio a Eva-Blanche aunque su blog no esté en mi lista porque no lo tiene activo. Al igual que Cloti, Blanche tiene la capacidad de alegrarme con su salero y su vitalidad.

Ambas, Cloti y Blanche, me habéis alegrado en más de una ocasión. Y lo mejor de todo es que lo habéis hecho sin daros cuenta del bien que me hacíais. En días en los que me sentía fatal me ha bastado con asomarme al foro y leeros para apagar el ordenador con una sonrisa y pensar "vaya par de dos..."

En este blog hablo de mi experiencia con el síndrome de fatiga crónica. Mis amigos y mi pareja son una parte muy importante de toda esa experiencia y por eso quiero que en este espacio también haya un hueco para vosotros.

A pesar de que el premio se lo entrego a Blanche, no quisiera dejar fuera a otras muchas personas que también forman parte de mi día a día por estos lugares y a quienes también aprecio sinceramente. Inma, Chema, Ana, Susana, Candela, Blas, las hermanas Riesgo, Geno, Yoli, Bertha, Aurin... y seguramente me dejo a más gente en el tintero.

En fin, lo dejo ya que me estoy poniendo lacrimógena.

Gracias y como dice Cloti, nos vemos en el patio.

sábado, 4 de septiembre de 2010

"Los mercenarios" o cómo salir agotada del cine

Os preguntaréis qué diablos hacía yo viendo esto.

Mi hermano y yo hemos sido fans de Rocky Balboa desde muy jovencitos, hemos visto las pelis montones de veces y nos las sabemos de memoria. Al final, aparte de Rocky, acabas viendo también Rambo, Cobra, Tango y Cash, Demolition man, Juez Dredd, Evasión o victoria, Acorralado, Oscar, Copland, El especialista... vamos, el lote completo.

Después de ver "Los mercenarios", dudo que vuelva a ver nada más de Stallone. He visto de todo y unas cosas me han gustado más que otras, pero he llegado al límite y mi hermano también.

La peli está llena de actores conocidos y quebrantahuesos habituales en este tipo de cine: Dolph Lundgren (el ruso de Rocky IV), Jason Statham (el chulazo favorito de algunas... no miro a nadie...), Jet Li, Eric Roberts, Randy Couture, Steve Austin... vamos, los de siempre. Y un irreconocible Mickey Rourke que no sabes si da pena, asco o las dos cosas juntas. Su personaje es impagable, hace de tatuador macarra. Bruce Willis hace un papelito gracioso. Creo que sólo faltan Van Damme y Vin Diesel. Hasta el mismísimo señor gobernador de California hace un cameo.

En principio, con semejante plantel de salvajitos, la diversión estaba garantizada para quienes lo pasamos bien con las peleas, los tiros y los diálogos de chicos duros haciéndose los graciosos. Ese humor tan "fino" que despiden todas estas pelis y que a mí me hace reír. Qué queréis. Soy así de bruta, en el fondo llevo una motorista macarra en mi interior.

Sin embargo la película es decepcionante. Las peleas están rodadas en primerísimos planos y a toda velocidad, así que no te da tiempo a ver nada y acabas mareado. Echo de menos las peleas de antes, rodadas de cerca pero a una distancia que te permitía ver la coreografía del asunto. Es que aquí sólo ves dedos, una oreja, de repente una bota... luego un puño, luego dos tíos tirados en el suelo, luego otra mano que no sabes de quién es... en fin. Mi hermano y yo salimos del cine con la sensación de que nos hemos hecho mayores y no nos va nada esta forma de rodar. Aparte de que se les ha ido la mano con la violencia y hay un par de escenas auténticamente gores.

El guión. ¿Hace falta que diga algo? Ya sabéis. Lo típico. Salvar a la chica, matar a los malos... nada del otro jueves. Eso ya me lo esperaba, pero yo creía (ingenua) que la película contaría un poco la planificación del rescate. Como en el cine de antes. Pensaba que Stallone recibiría el encargo de salvar a una pobre gente, se dedicaría a reclutar a antiguos colegas para que le ayudaran, y luego entre todos planificarían el asalto a la fortaleza y al final ganarían porque para eso son los buenos. No sé. Es un guión manido pero es lo que uno espera en estos casos. Encargo de la misión, reclutamiento de tíos cachas para llevarla a cabo, planificación y por fin desenlace. Y mientras tanto te empapuzas de palomitas y bebes coca cola en un recipiente con las barras y estrellas. Viva occidente.

Bueno, pues no. Stallone recibe el encargo, pero ni se dedica a reclutar a nadie ni planifica nada porque un antiguo colega (Dolph Lundgren) le ha dicho cómo puede entrar, así que un problema menos para el guionista. Se coge un avión con sus amigos Jet Li y Statham, y los tres solitos se pasan DOS HORAS pegando tiros. Encargo y desenlace, directamente y sin las fases intermedias, que el coeficiente intelectual del público de este tipo de cine no da para más. Además hace calor.

Nunca he considerado que el cine de Stallone requiriera una gran inteligencia, pero es que sus guiones son cada vez más simplones y me sentí insultada viendo esta película.

Lo dicho. Ni una más de este buen hombre.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La enfermedad invisible

Así la llaman gran parte de los médicos. ¿Por qué?

El síndrome de fatiga crónica no es una enfermedad fácilmente diagnosticable. El problema principal reside en que los resultados de las pruebas analíticas no aclaran el origen del cansancio. El hierro está bien, no hay falta de nutrientes, tampoco hay problemas con la glucosa ni con el número de hematíes. Las pruebas analíticas hormonales tampoco dicen nada. El sistema neuro-endocrino funciona correctamente. Todo va bien.

Sin embargo, el paciente se queja de cansancio. Un cansancio que no remite y que se prolonga en el tiempo. No hay ninguna prueba objetiva que pruebe que ese cansancio es algo real, así que tarde o temprano el médico decide enviarte al departamento de salud mental, pensando que quizá se trate de algún problema emocional. Sin embargo los psicólogos tampoco encuentran nada. El caso más dramático fue el de Sophia Mirza, una mujer de 32 años que padeció esta enfermedad y que fue tratada con psicotrópicos. Luchó para que el SFC fuera reconocido como una enfermedad real y no mental, fue ingresada en un psiquiátrico contra su voluntad y murió por un fallo renal y una deshidratación que demuestran que la enfermedad existe y que no es un problema psicosomático. Esto ocurría en 2006.

Creo, sinceramente, que nuestro mayor enemigo son las estadísticas. Según los números, la enfermedad la padecen principalmente mujeres con edades comprendidas entre los 30 y 50 años. A partir de ahí ya podemos imaginarnos el resto. En tiempos de Freud la histeria se consideró un problema mental típicamente femenino, y muchas mujeres fueron tratadas (maltratadas, más bien) en base a lo que se llamaban "problemas de nervios". Debido a la incidencia de la fatiga crónica en mujeres, esto nos convierte en blanco fácil para que una vez más se diga que somos nerviosas, hipocondríacas, tenemos problemas emocionales... y somos unas histéricas. Es una respuesta facilona y cómoda para los médicos, y lo comprendo. Sobre todo porque la tradición psicoanalítica todavía está muy presente a pesar de los avances de la psicología moderna en las últimas décadas.

Es un hecho que el síndrome de fatiga crónica afecta mayoritariamente a mujeres, eso no es algo que yo vaya a poner en duda. Estamos cansadas, irritables, nerviosas, a menudo tristes porque no estamos bien y hemos tenido que hacer una lista de prioridades en nuestra vida. Si encima eres soltera, apaga y vámonos. Les estás dando a los médicos un caramelito. "Tú lo que necesitas es un marido y unos hijos, y ya verás cómo se te pasan todos los males". Eso me dijo mi primera psicóloga. Una respuesta simplona y desde luego muy machista, increíble que viniera de una mujer. Cuando ya no saben qué hacer contigo se tiran a lo más fácil, y si eres soltera lo tienen facilísimo. Desde que inicié mi actual relación de pareja se les acabaron los argumentos de ese tipo. Je. Así que en las sesiones de terapia empezamos a hablar de mi familia, de mi infancia, de mi trabajo y mis relaciones con mis compañeros y mi jefa... hace unos meses me dieron el alta y ya no tengo que volver al psicólogo. Ya no sabían por dónde tirar. Después de rebuscar durante tres años en mi inquieta cabecita, no habían encontrado nada.

En fin. Por lo menos sé que no estoy pirada, pero sé que tengo una enfermedad invisible que además es una enfermedad femenina, y en una sociedad eminentemente masculina-machista, eso es un problema añadido a todos los que conlleva la propia enfermedad.

Vuelta al cole

Para mí, este año la vuelta al cole es algo más que volver a cargar con los libros y las carpetas.

Reabro el blog después de mucho tiempo de silencio. Lo echaba mucho de menos. Nunca he dejado de escribir, pero escribir para uno mismo no es lo mismo. Reflexionar en voz alta y frente a alguien que te escucha hace que la reflexión sea diferente. Es como escucharte hablar en voz alta, como si escucharas tus pensamientos de manera mucho más clara.

A pesar de que el diagnóstico no es muy claro ni definitivo, parece que tengo Síndrome de fatiga crónica. Mi día a día no es fácil, pero no me considero una persona infeliz a pesar de que sí reconozco ser tremendamente pesimista. No existe ningún tipo de terapia ni tratamiento, y cuando le comenté a mi médico que tenía un blog, me dijo que podía ser muy interesante para otros pacientes que contara mi propia experiencia y la compartiera con ellos. Lo que hago, cómo vivo, las cosas que me ayudan, las que me hacen daño, cómo son mis días buenos y mis días malos. Me gustaría que este lugar sirviera de ayuda o al menos de consuelo a quienes padecen lo mismo que yo y alguna vez se han sentido solos ante la sanidad pública, la administración, los compañeros de trabajo o incluso la familia. Nos llaman vagos, cuentistas... yo incluso tuve que oír el típico comentario de "tú lo que necesitas es un marido y unos hijos, y ya verás cómo se te pasan todos los males".

Este blog no va a ser un paño de lágrimas. Me gustaría que el blog fuera útil para otros pacientes, y que a través de lo que yo cuento otros puedan sentirse identificados y se atrevan a contar su propia experiencia con esta enfermedad que algunos médicos llaman "la enfermedad invisible".

Por supuesto, hablaré de otras muchas cosas. Necesitar mucho descanso no me convierte en una momia aunque a veces pueda parecerlo. Me gusta la lectura, el cine, la música, las muñecas, los cómics, salir con amigos... y EL SEXO. Ese gran tabú del que nadie habla cuando se trata de síndrome de fatiga crónica. Francamente, queridos. Mi vida sexual es lo que más me preocupa en mi actual situación. Puedo asumir no poder salir a correr (algo que me encantaba), no poder trabajar con mis alumnos al cien por cien y darles todo lo que podría darles si me encontrara mejor, puedo asumir muchas cosas... pero renunciar al sexo no. Me rebelo contra ello y me molesta que en todas las páginas que he leído en internet sobre mi enfermedad nunca, repito, NUNCA se hable de la vida sexual de un paciente con una enfermedad crónica de este tipo. Parece como si fuera un tema que no le preocupara a nadie, o dieran por sentado que no podemos tener sexo, o piensen que no es algo importante. Pues es importante. Lo siento. Y si nadie en internet habla de ello, yo pienso hacerlo. Las personas enfermas, sea cual sea su enfermedad, también necesitan sexo. Yo lo necesito y además me encanta. La última vez que intenté hablar con un médico de cómo podía afectar la enfermedad a mi vida sexual se sonrió y me preguntó si eso era lo que más me preocupaba. Por lo visto debería preocuparme más no tener energía suficiente para poder trabajar al cien por cien. Claro. En la sociedad en la que vivimos es más importante ser productivo que ser feliz.

Pues lo dicho. Hablaré de todo y sin cortarme un pelo, como de costumbre. A estas alturas no vamos a empezar con remilgos.

Y por cierto. Bienvenidos.
 
Como decía Scarlett:. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino