viernes, 17 de junio de 2011

Acoso en el supermercado

A todos nos han parado alguna vez en la calle con la excusa de endosarnos una nueva y por supuesto ventajosa tarjeta de crédito, pero lo de hoy me ha parecido excesivo.

Salgo del supermercado Leclerc de hacer la compra para el fin de semana y me para un chavalín de dieciocho o veinte años EN EL APARCAMIENTO. Yo iba totalmente concentrada en mis pensamientos y de repente me asalta un jovenzuelo que sale de entre los coches y para empezar me da un susto de muerte. Aprensiva que es una. Además su aspecto no era el de un comercial típico. Éste era un pintas y estaba fumando no sé qué. (Qué horror, estoy hablando como mi abuelo). Ha empezado a hablarme a toda velocidad repitiendo todo el tiempo lo fácil que es apuntarse para recibir esta nueva y estupendísima tarjeta. Sólo me llevará unos minutos y blabla... antes de que me haya dado tiempo a decirle que no me interesa, va y me suelta que sólo por darle mis datos él ya cobra cinco euros, y que por favor le deje rellenar la ficha para así poder cobrar. Cuando me llegue la tarjeta puedo romperla y cancelarla, pero a mí no me apetecía y le he dicho que ni hablar. Que luego mis datos quedan en un limbo informático-administrativo y acabo recibiendo todo tipo de publicidad y llamadas no deseadas. Lo tengo clarísimo, así que me he deshecho de él. Encima ahora que me doy cuenta, en ningún momento me ha hablado de las supuestas ventajas de ser titular de esa tarjeta. En lo que incidía una y otra vez es en que él ganaba cinco euros por apuntarme y luego yo podía borrarme cuando me llamaran por teléfono.

Me he subido al coche con muy mala sensación. No me gusta que me aborden de esa manera en un aparcamiento. No me gusta que me presionen diciéndome "si te apuntas gano cinco euros, no te cuesta nada". No me gusta ese chantaje emocional, ese jugar con el sentimiento de culpa de quienes tenemos un trabajo y sabemos lo afortunados que somos por tenerlo cuando tantos lo están pasando mal. No me gusta haber visto la mirada limpia de ese chico tan joven y haber recordado lo duro que es empezar. Lo duro que es tener que vender tarjetas de crédito, seguros o contratos de teléfono y no comerte una rosca porque son trabajos muy duros y desagradables en los que la gente sólo quiere librarse de ti.

Habrá pensado que soy una burguesita cuarentona, insolidaria y fascistoide. Quizá tenga razón aunque yo crea que soy de izquierdas. Tal vez he acabado siendo una de esas mujeres acomodadas que van al super y compran salmón y carpaccio y no quieren que las molesten con las miserias ajenas. Una de esas que cuando están deprimidas se compran algo para levantar el ánimo. Una de esas que arrugan la nariz ante según qué cosas y según qué personas. Lo dicho. Parezco y probablemente soy una burguesita cuarentona. Y lo más triste es que mi estatus económico no es el de una burguesa y ni siquiera he cumplido los cuarenta. Qué decepción.

lunes, 6 de junio de 2011

Limpieza de armarios

Cada cierto tiempo me gusta hacer una limpieza de armarios. Tarea típicamente femenina que los hombres no comprenden porque ellos rara vez conservan algo. En el fondo me dan envidia. Los hombres. Tienen lo que necesitan y se deshacen de todo lo demás.


En fin. La cuestión es que ayer por la tarde comencé empezando por la ropa ("comencé empezando"... ¿está bien dicho?). Tengo abrigos y pantalones de hace una década. ¿Por qué? Pues porque en su día me gustaban mucho y como me siguen quedando bien y están en buen estado los conservo con la esperanza de que vuelvan a ponerse de moda. Sin embargo debo ser realista. Si algún día vuelven a ponerse de moda quizá hayan pasado otros diez años más, y entonces... ¿tendré edad para ponerme según qué cosas? Me temo que no. Así que he comenzado la operación de limpieza. Con todo el dolor de mi corazón, pero hay que desprenderse de cosas.


Pensaba colgar una foto de mis armarios abiertos para que se aprecie el desaguisado, pero después de hacerlas me he sentido mal. Me da pudor. Es como si me mostrara desnuda delante de todos. No, no, no. Deciros que son grandes y hermosos, eso sí. Los armarios. Y ése es el problema. Que cuando tienes sitio de sobra acumulas sin miedo porque todo te cabe, y cuando quieres darte cuenta resulta que te encuentras en paños menores delante de un armario de tres metros lleno de trapos y vas y dices:


-¡No tengo nada que ponerme!


Esa soy yo. Dos armarios empotrados hasta el techo, uno de metro y medio en mi cuarto y otro de tres metros en el pasillo. Los dos llenos hasta arriba de todo tipo de prendas, pero luego resulta que no tengo nada que ponerme porque mi vestuario es de tiempos de la guerra civil. La guerra civil americana.


Ejemplo práctico. Acabo de contar ocho pantalones de vaquero. Uno de ellos blanco, otro negro y el resto (seis) azules de diferentes tonos y lavados. Un delirio. De todos ellos sólo uso el negro y dos de los azules. El resto los conservo "por si acaso". ¿Por si acaso qué? Pues no sé. Están viejos. Por si tengo que pintar la casa (improbable, porque prefiero un chandal viejo, también tengo varios). Por si voy al campo (más improbable aún, voy poquísimo y prefiero un chandal viejo, no sé si lo he dicho ya, pero tengo varios). O sea. De mis ocho pantalones de vaquero, creo que me voy a quedar con los tres que uso y el blanco por si acaso. Ya estamos. ¿Por si acaso qué? Amaia, contrólate. Esto es una operación limpieza, no una operación rescate.


Y así con todo. Ayer por la tarde me dediqué a probarme ropa y ver realmente qué puedo ponerme y qué no. Agotada estoy. De momento voy a librarme de mi colección de vaqueros trasnochados, unas sandalias azules de hace la tira de años que están horrorosas (¿por qué las he guardado tanto tiempo?), una parka que a fuerza de lavarla ya no abriga y un pantalón que en vez de pata de elefante parece que tiene pata de mamut de lo anticuado que está.


Seguiremos informando. Si sigo viva, claro. Porque cuando acabe con la ropa y los zapatos me voy a poner con los libros y los papelotes. Eso sí que va a ser una risa.
 
Como decía Scarlett:. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino